lunes, 13 de diciembre de 2010

Isla del Sol

Los días 11 y 12 del presente viajamos con mi familia, hija, nieto y hermana, a la Isla del Sol, en un paseo organizado por la Fundación Cajías. Yo recibí la invitación y el programa por correo electrónico, y me gustó la idea, me anoté de inmediato.
Llegamos a  Copacabana; después de visitar a la Virgen y prenderle velitas, nos embarcamos en un bote muy cómodo; éramos nueve personas, incluído el guia especializado que era Fernando Cajías, a quien mi hija lo bautizó como "ticher".
En una hora llegamos a un pequeño puerto llamado Pilkokaina, salimos de la embarcación directo a una empinada grada de piedra y de ahí ascendimos por el cerro, subida no muy fácil,  hasta el Albergue Restaurant Inca Sama donde almorzamos un delicioso apthapi, primera vez que degusté esta especialidad andina, solo la conocía de nombre. Y luego una bandeja de fruta como postre.
El ticher nos informa que tendremos una caminata de hora y media, previo aviso de que los equipajes serían trasladados del barco hacia el hotel en burritos.
Yo pensé que era un paseo por los alrededores, pero comenzamos a ascender el cerro, de inicio muy abrupto,y luego una senda. Llegamos a una población muy pintoresca, parecía una postal, que era Yumani. Para mi sorpresa, en este trayecto nos cruzamos con varios grupos de turistas de diversa nacionalidad, latinos y europeos; algunos de ida como nosotros , y otros de vuelta.
Descendimos algo, y después de la hora y media anunciada, encontramos unas pequeñas cabañas, con apariencia de casitas típicas de los indios del altiplano, era el hotel ecológico La Estancia, donde nos hospedamos. Valga la aclaración, la caminata era paseo pero era el recorrido obligado al hotel, porque no había otra forma de llegar al mismo, ya que el hotel está en pleno cerro, y bastante alto.
Pero en todo el trayecto disfrutamos de unos paisajes hermosísimos y de un silencio increíble, solo algunos pajaritos que cantaban. Un paseo inolvidable.
A las 19.30 sirvieron una rica cena, y luego a dormir. Llovió mucho durante la noche pero amaneció despejado. A las 8 a.m. el desayuno, y comenzamos a descender, esta vez sí por una senda totalmente abrupta. Socorro, auxilio..., no es una bajada apta para unas rodillas artrósicas, me ayudó mi nieto en todo el trayecto.
Los lindos burritos bajaron con los maletines en sus lomos, y por fin llegamos a Huacani, donde nos esperaba el barquito para continuar con el paseo. El ticher nos informa nuevamente que estamos yendo hacia el norte de la isla, de la embarcación observamos una pequeña poblaciòn llamada Challa, y después de casi una hora en el barco llegamos a Challapampa, otra población encantadora, con varios albergues y posadas y "restaurantes". Aqui conoceremos la Roca de los Orígenes, el laberinto y otras joyas arqueológicas, son las Ruinas Chinkana;  pero después de semejante descenso accidentado desde el hotel nos quedamos con mi hermana descansando en la bonita población mientras los demás viajeros ascienden nuevamente un cerro para visitar las mencionadas ruinas. Cuarenta y cinco minutos de ida y la misma cantidad de vuelta. Que les vaya muy bien...., y así les fué, regresaron todos muy cansados pero contentos por el nuevo paseo.
Nos embarcamos nuevamente y en unos cuarenta minutos llegamos a Yumani, el mismo Yumani del cerro del día anterior, pero éste es el de la orilla del lago, donde conoceremos la Fuente de la Juventud, después de ascender una escalinata rodeada de mucha vegetación, por donde desciende el agua cristalina de una vertiente. Pero, por el cansancio en las filas después de tantas caminatas, idas y venidas, subidas y bajadas, solo ascienden mi hija y mi nieto. Almorzamos en Yumani, y emprendemos el retorno a Copacabana. Alegre por todo lo que conocí y disfruté y triste porque se acaba el paseo, que ni imaginé como iba a ser y resultó tan lindo.
Llegamos a la Oh linda La Paz, con sus trillizos, a las 8 de la noche. A Dios gracias muy bien. Con hermosos e inolvidables recuerdos.
Mención aparte para el ticher Fernando Cajías, nos ilustró todo el viaje con amenas charlas históricas en relación a todos los puntos que visitamos, comenzando con el propio Santuario de Copacabana.
Después  de la rutina de hoy día, he decidido que ahora quiero residir en Challapampa, a ver que dispone Dios.....